A night like this…

Ya casi no recuerdo que año era. Recuerdo el calor de las noches del sur. Recuerdo el viento leve meciendo lentamente las palmeras. También el silencio. El aroma incisivo del mar. Estábamos en algún lugar de Carolina del Sur. Tal vez fuera Beaufort. Tal vez Hilton Head Island. Silvia y yo estábamos sentados observando el reflejo de la luna sobre el agua.

Ella se quejaba del calor y la humedad. A mí, en cambio, me encantaba. Apenas había gente en el paseo. Entonces escuchamos el sonido de un par de hombres que cargaban cajas en un camión. Frente a una de las tiendas que aún se mantenían abiertas, una mujer les pedía por favor que tuvieran cuidado. Nos acercamos y echamos un vistazo. Era una tienda de ropa.

La mujer nos explicó que estaban liquidando. Nos invitó a pasar. El interior era un lugar mágico. Estaba lleno de objetos antiguos y prendas maravillosas. En seguida percibimos el estilo sureño, la sinceridad y elegancia, la sencillez y la versatilidad. La mujer nos contó que aquél lugar había sido su sueño durante más de treinta años. Nos quedamos prendados. Dimos un par de vueltas más, compramos algo, sentimos que aquel sueño acabara. Nos despedimos.

De regreso en el hotel no hacía más que darle vueltas. Pasé toda la noche pensando. Al amanecer me desperté y me di una ducha. Cuando salí, Silvia estaba levantada. Entró en el baño y dibujó en mi hombro una palabra. La encerró en un corazón.

En realidad no sé si era una palabra. No dije nada. Me vestí y salí descalzo al exterior. El sol estaba en lo alto. Me había puesto una de las prendas que había comprado la noche anterior. Me levanté la manga y contemplé mi hombro. EverLove. Entonces lo vi claro…

De vuelta a España comenzamos a crear. Las palabras tiene poder. Arden en la oscuridad de la memoria como hogueras que iluminan un camino que no siempre nos atrevemos a recorrer. Queríamos hacer ropa. Queríamos vender algo que nos transportara a aquel lugar del que veníamos. Aún llevábamos con nosotros el recuerdo de aquella noche de verano. La luna. El océano.

El calor y la humedad. Teníamos claro que la idea era diseñar prendas atemporales, sencillas, capaces de transportarnos al pasado. Un lugar confortable y seguro, donde la ropa no fuera más que otra forma de expresar la personalidad. Teníamos claro que aquel no sería solo nuestro sueño, que sería también la continuación del de aquella mujer. Carolina del Sur. 1986. Ahí estaba nuestro comienzo…